Diversos estudios han estimado que una manera de determinar la competitividad de una empresa es en función de su producción, es decir que sirve para medir su competitividad. Una empresa capaz de producir mayor cantidad de producto con la misma cantidad de recursos será más eficiente que sus competidoras. La estimación de la función de producción indica que la formación contribuye positivamente tanto al valor añadido como a las ventas de la empresa. Diversos estudios de empresas líderes, demuestran que el personal formado y motivado de manera continua mejora la productividad. Por tanto, la formación continua es una necesidad para la empresa si quiere ser más competitiva.
Sin embargo, no merece la pena invertir en cualquier cosa, se ha de adecuar la formación a las necesidades de la empresa, el tipo de formación que puede contribuir más y mejor en función de la actividad de la empresa y de la capacitación real de los empleados. Por ejemplo, si una empresa se ha dedicado a una producción local y no ha exportado anteriormente, la formación de carácter técnico como comercio internacional o idiomas sea más efectiva para ese caso, pero si la empresa ya tiene un experiencia en ese área, quizás sean necesarias formación en construcción de equipos y formación de redes multiculturales. La formación de empresa debe ser por tanto a medida, aquí es donde la necesidad de un plan de formación específico para cada caso y situación son necesarios.
Un análisis sobre que formación necesitamos en nuestra empresa, desde la formación de carácter técnico y hasta la formación más de habilidades y actitudes son necesarias y diferentes para cada empresa.